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martes, 7 de julio de 2009

Artículo de Karim Leytón

El futuro de COSETT

A. Karim Leyton Alé

Inversiones millonarias cuestionadas por significar un posible riesgo para el patrimonio y estabilidad financiera de la cooperativa, constituyen hoy un problema, del que tanto socios como población en general esperamos aún una explicación clara y coherente.

El manejo de COSETT está cuestionado, no de ahora sino desde sus inicios, esto se debe principalmente a la debilidad institucional que se refleja en que sus instancias de control tienen limitaciones para cumplir con su rol, porque control de gestión externo prácticamente es inexistente. Existen normas, enunciados pero las instancias de regulación y fiscalización han trabajado más en regular que en realizar un exhaustivo control de gestión.

Por tanto la gestión en términos de eficiencia, de transparencia, control y rendición de cuentas es vulnerable. Esta vulnerabilidad se origina en la ilegitimidad existente –más allá de la formalidad del cumplimiento de normas- en distintos mecanismos e instancias de la cooperativa y afectan negativamente para un buen manejo, democrático y transparente.

La cooperativa tiene alrededor de 20.000 socios, pero no asisten a votar más del 15% de ellos, lo mismo sucede en las asambleas, son dos momentos trascendentes en la vida de una cooperativa y esta situación hace vulnerables tanto los actos eleccionarios como las asambleas, porque son sujetas de manipulación por parte de grupos de interés. Esto sería mucho más difícil que ocurra si el socio votaría y asistiría a las asambleas en mayor número.

Para este caso, debe facilitarse el acceso del socio a votar y su asistencia a las asambleas, multiplicar los puntos de votación, ampliar los períodos de votación, buscar que la corte electoral, las oficinas de Cooperativas del Ministerio de Trabajo y otras participen durante todo el proceso eleccionario y control de las asambleas de socios, con el fin de hacer menos vulnerables a estas de la manipulación buscando mayor legitimidad y transparencia a favor de una mejor gestión de la cooperativa y defensa de los intereses del asociado.

Por estas razones, creo que difícilmente pueda encontrarse una solución efectiva y sostenible en el tiempo desde cualquier instancia de la cooperativa tal como se encuentra hoy, por más esfuerzo que se haga. Los tarijeños socios y no socios deseamos que la cooperativa base su funcionamiento y gestión en función de una sólida institucionalidad, instancias y mecanismos de control de gestión que funcionen efectivamente, aún por encima de la capacidad o incapacidad, de las buenas o malas intenciones de quienes llegan circunstancialmente a los consejos.

Hoy se requiere esclarecer la base que ha dado sustento a la decisión de realizar inversiones significativas –y según denuncias- no rentables que comprometen el patrimonio de la cooperativa, puesto que se ha contraído una deuda muy grande y los proyectos nuevos no son capaces de “pagar” esas inversiones. Está claro que auditorías idóneas deberán analizar lo actuado, sin embargo es inaceptable el argumento de que la denuncia de estos daños sería la causa del fracaso de estos.

Por todo ello, se requiere que las instancias internas de control y vigilancia funcionen, tengan un rol y poder suficiente para incidir en la transparentación de la gestión en la cooperativa, que se corrijan las distorsiones en las funciones de un consejo de administración que en vez de estar manejando licitaciones, contratación y despidos de personal, esté abocado a impulsar un plan estratégico institucional, un plan de negocios y políticas que beneficien efectivamente a los socios cooperativistas. Se requiere un órgano de control externo y preferentemente estatal que pueda hacer un efectivo e imparcial control de gestión ex post. Se requiere transparencia en la disponibilidad de la información para cualquier socio que la solicite. Se requiere que las elecciones sean legítimas y no sean vulnerables a la manipulación, igual condición se requiere para las asambleas de socios.

Tal vez, una intervención sea saludable para la cooperativa, una intervención no es mala en sí misma, más bien es mala la causa que origina la necesidad de que se realice. Una intervención que permita transparentar la gestión, la información, las denuncias, el manejo económico, etc. , que permita redireccionar adecuadamente la gestión de la cooperativa; sin influencias, sin manipulación, sin contubernios. Una intervención con restricciones por ejemplo para realizar nuevas inversiones, nuevas adquisiciones y restricciones para remover personal técnico y administrativo.

Si una intervención tiene un plazo definido razonablemente, unas tareas claramente establecidas y resultados esperados, incluyendo un llamado a elecciones; puede que sea una alternativa válida a considerar, y como una posibilidad de retomar un camino correcto en dirección de establecer las bases para fortalecer COSETT.

Por demás está decir que la naturaleza de una intervención se basa en una necesidad estrictamente técnica e institucional mirando el futuro de la cooperativa, de ninguna manera en aspectos o intereses políticos que podrían empeorar aún más su situación actual.

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