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martes, 7 de julio de 2009

Artículo de Oscar Gonzales del Prada

¿Aclaración necesaria?
Oscar Gonzales de Prada Pizarro*

Los ciudadanos estamos presenciando/sufriendo el desconocimiento de la alteridad que habita el mismo territorio. En otras palabras, vivimos de forma palpable, en todos los niveles de gobierno (nacional, departamental y local), la intolerancia sobre el individuo que solicita información de interés público, cuando más bien la interpelación debe ser un principio fundamental y moneda corriente de la democracia. Es justamente aquí donde los encarnizados enemigos políticos y artífices de la polarización y cultores del enfrentamiento son exactamente iguales.

El claro y más reciente ejemplo –que produce vergüenza ajena- fue precisamente la soberbia, cobarde, brutal, abusiva, antidemocrática, antiautonomista, ignorante, cínica y desproporcionada solicitada publicada en un medio local bajo el título "Aclaración necesaria" en la que se pretendió responder/vapulear a un ciudadano -quien se atrevió a cuestionar dos partidas del presupuesto prefectural-, pero que con su sola publicación el pasado jueves, en los hechos y entre líneas, llegó a aclarar –y de manera ‘necesaria’- en qué se invierten parte de nuestros recursos: en neutralizar e invisibilizar a cuanto se atreva a levantar la cabeza.

Y es que en nuestra autonomía naciente no hay cabida para la democracia, para la diferencia, el diálogo, el debate. Hay -como el nivel central tiene el suyo propio- un proyecto homogeneizante, en nuestro caso de ‘lo tarijeño’, donde la maquinaria propagandística prefectural se esmera por mostrar una Tarija sin contradicciones ni fisuras, a través de un doble movimiento: cerrar filas negando la diversidad cultural, política, social y económica interna y exacerbar las diferencias sostenidas con el resto del país, en una suerte de lógica destructiva de marginación y negación, que secuestra la potencialidad de la dialoguicidad como fuerza transformadora.

Que el Prefecto ya hubiera ‘rendido cuentas’ sobre su gestión, no puede ser ningún pretexto para eludir explicaciones sobre una necesaria, nueva y válida cuestionante en la que se revela la desproporcionada asignación de recursos para publicidad y propaganda y de consultorías. ¡Pura soberbia! Ocultarse en una normativa como parámetro de eficiencia del gasto rehusándose a ser comparados con otros departamentos como una forma más justa y exacta de medir si lo que se hace se hace bien, es mañudez intelectual o, en todo caso, ignorancia sobre el poder que tiene el método comparativo. Si no, ¿cómo se puede afirmar que están haciendo bien las cosas?, ¿en comparación con qué?

En ese sentido, por supuesto que llama la atención de por qué la Prefectura gasta casi el 36% de la sumatoria de los nueve presupuestos departamentales en pago a medios de comunicación, imprenta y servicios fotográficos. Lo propio, que se gaste el 43% de la totalidad en consultorías. La desproporción y la irracionalidad es abismal si se toma en cuenta la población a la que deben llegar las políticas públicas (4,7%) o el territorio (3,4%) en comparación al resto del país. Que es cierto que tanto regalías como IDH son ingresos justos para un departamento –olvidado a la mano de Dios- por el aprovechamiento de un recurso no renovable, eso no habilita a que se dilapide el dinero, menos cuando es del pueblo.

Pero, lo más indignante es que el único mecanismo que tiene sea la descalificación personal a quienes ponen sobre el tapete esos temas, en lugar de aclarar esos datos (desmentirlos, rectificarlos, justificarlos o corroborarlos). Al ciudadano no le interesa el infantilismo/cinismo con el que pretenden armar su escudo protector para blindarse de las interpelaciones recurriendo al insulto o a supuestas simpatías políticas de quien levanta la mano o si, finalmente, es extraterrestre. ¡Pura cobardía y cinismo! Necesita que confirmen o nieguen si existe semejante disparidad y dilapidación de nuestros recursos y por qué. Asimismo, las autoridades electas tienen la obligación de proporcionar esos datos e informaciones donde fuera que provengan las preguntas, ya que su origen no les resta legitimidad.

Para peor, enfurece más que a uno lo tomen por imbécil sobre la inexistencia de las redes clientelares que teje la institución no sólo con algunos medios o periodistas, sino hasta con la asociación de peluqueras, y busquen de la forma más asquerosa a plegarse a esa suerte de muerte civil que intentan dar a personas que ponen el dedo en la llaga. Donde hay tanto silencio, también existe la duda razonable de complicidad. Al ciudadano no le pueden contar cuentos a cerca de las ‘amistades’ y compadrazgos que se ven diariamente, y a mí, menos.

Por último, el presente artículo de opinión me costó 0 Bs; por lo que espero que si tienen la gentileza/entereza de contestarme lo hagan sin gastar los recursos de los tarijeños y que sea sin soltar a los perros rabiosos.



* Es un ciudadano indignado, que solo busca la transparencia de la información de interés público más allá de las personas, intereses y partidos.

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