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lunes, 14 de diciembre de 2009

Por las vías del Desarrollo (por: Raul M. Arteaga T.)

El 20 de enero de 1949, en su acto de posesión como flamante Presidente electo de los Estados Unidos, el Sr. Harry S. Truman bombardeaba a los ciudadanos del tercer mundo con un apelativo de naciente acuñación: “Subdesarrollados…”. El epíteto se constituiría en eufemismo emblemático de lo que sería su gestión presidencial orientada a consolidar la hegemonía norteamericana en el concierto mundial de naciones. Desde entonces este adjetivo de mal gusto hace referencia a aquellas personas que vivimos en países que desde la omnipotente perspectiva norteamericana, no han alcanzado un nivel normal de desarrollo.

Pero…, de verdad somos subdesarrollados?, con toda su crudeza esta expresión es muestra fiel de lo que somos?. Podríamos argumentar desde distintas perspectivas que no lo somos: vivimos en sociedades occidentalizadas donde el monarca soberano es “Don Consumo”; con un poco de dinero podemos disfrutar del último grito en tecnología casera; disfrutamos del arte de las últimas producciones hollywoodenses, incluso antes de que se estrenen oficialmente en las grandes capitales gracias a ese maravilloso invento muy latino de nombre “piratería”, en fin, tenemos arte (aunque muy pocos lo disfruten), tenemos cultura, sabemos unas cuantas palabras en inglés tales como marketing, spining, leasin, fashion, management, hardware, software, entre muchas otras, que las aprovechamos en todo su potencial y a discreción, sin medida ni clemencia.

Y dentro de unos años, cuando la venta de nuestro gas (Dios mediante), nos haya generado millonarios ingresos, podremos incrementar nuestro índice de desarrollo humano, con lo cual estaríamos listos para ingresar al exclusivo círculo de los países desarrollados. y podríamos abrigar serias esperanzas de codearnos y tratarnos de tú a tú con el primer mundo, a fin de cuentas un alma caritativa de origen europeo nos cambio el apodo y dijo que no somos subdesarrollados, somos un país “En vías de desarrollo”.

Sin embargo, nuestro subdesarrollo no es económico, ni tecnológico, ni siquiera social, nuestro eterno subdesarrollo fue, es y será moral, ético y actitudinal. Desde niños aprendemos a engañar, desarrollamos habilidades y destrezas para no estudiar y copiar en los exámenes. De jóvenes encabezamos protestas, bloqueos y huelgas de hambre para ingresar a Universidades cuyos exámenes de ingreso ni el 20% de nuestros flamantes bachilleres pudieron aprobar. En nuestra vida profesional se considera falto de luces a autoridades y funcionarios que no aprovechan la oportunidad de deslizar unos cuantos malhabidos pesos públicos a sus hambrientos bolsillos, y quien lo hace es admirado, respetado y adulado, ya sea por su habilidad, por su recién adquirido estatus o por su espíritu altruista, es muy común escuchar la frasecita “Ha robado pero ha hecho obras”. Cada día nos superamos en el desarrollo de la cultura de la sinvergüenzura.

Pero eso no es todo, aún hay más. En nuestra sociedad hacemos un arte de la mediocridad, ¡sí señor! somos mediocres, nuestro entorno nos grita a grito pelado: “Estudia solo lo suficiente para aprobar”, “el mínimo esfuerzo rinde igual pero cansa menos”, “Asiste a tu oficina y parece ocupado aunque no lo estés, una buena opción es responder siempre: vuélvase mañana”, “puedes faltar al trabajo si la anterior noche te divertiste más de la cuenta, total todos lo hacen”, “vive esperando al segundo la hora de salida del trabajo que nadie se dará cuenta si te quedaste más tiempo en la oficina”, “Critica al resto así parecerá que tu sabes más, que eres el mejor”, “Cultiva amistades y no descuides a tus parientes influyentes es el mejor camino para ascender rápidamente”.

Por favor señores, es hora de darle un drástico golpe de timón a esta realidad, dejemos de transitar por las vías del subdesarrollo, el cambio debe empezar aquí y ahora, no importa si el aquí es en el norte, sur, este u oeste de nuestra geografía nacional, lo importante, lo vital es que sea AHORA!!!, YÁ!!. El reto empieza desde las escuelas, empecemos a formar y dejemos de sólo informar, iniciemos un proyecto de país para construir triunfadores, como padres exijamos que nuestros hijos sean exigidos, cimentemos fuertes bases morales y éticas para que este país pueda vislumbrar mejores días, condenemos la política de los prebendalismos y favoritismos, repudiemos la parienteocracia la amigocracia, la partidocracia, la compadrecracia, la compinchecracia y otras más de esas tan relacionadas con la burocracia; juzguemos drásticamente el abuso de la cosa pública con fines personales, demostremos que lo que poseemos o ambicionamos poseer nos lo podemos ganar honestamente y no arrebatándoselo a alguien más. En resumen, asumamos el reto de dejar de ser lo que somos y seamos los padres que el futuro de nuestros hijos nos demanda, no exige, nos impone.

Ya es hora de empezar a construir y transitar de una vez, por las vías del verdadero desarrollo…..

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